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"Sep" Blatter, Presidente de la FIFA |
Suelen decir los más entendidos que "En el fútbol está todo inventado", pero parece ser que no es del todo cierto. Joseph Blatter lleva años empeñado en demostrarlo. Escudero inseparable de Joan Havelange, el hombre que durante casi un cuarto de siglo, desde 1974 hasta 1998, reformó desde los cimientos el fútbol para convertirlo en la macro industria de ocio que hoy conocemos. Célebre es la frase del dirigente brasileño, al poco de estrenarse como Presidente de la FIFA: "Yo vendo un producto llamado fútbol". Blatter, sucesor de Havelange, ha continuado la política de su antecesor, introduciendo cambios en el fútbol cada vez más enfocados a un mayor acopio de ingresos económicos en materia de derechos televisivos. La manera de lograrlo, lógicamente, es aumentar el número de partidos por competición, por lo que de manera directamente proporcional ha aumentado también el número de equipos participantes en las fases finales de los principales torneos internacionales de selecciones. Así, de los dieciséis equipos que tomaron la salida en el Campeonato Mundial de Alemania en 1974, se pasó a veinticuatro en España 1982 y a treinta y dos en Francia 1998. De la misma manera, el Mundial pasó de ser una cuestión sudamericano - europea a convertirse, ya desde 1994, en algo mucho más globalizado. En ese año, Estados Unidos pasó a ser el primer país que organizó un Campeonato del Mundo fuera de Sudamérica y de Europa. Después, le han seguido Corea del Sur – Japón en 2002, y Sudáfrica en 2010. Con esta medida, acertada en parte, la FIFA pretende promocionar el fútbol en aquellos países de menos tradición futbolística, y abrir mercados en territorios sin explorar.
Sin embargo el pasado día 2 de Diciembre de 2010, con la elección de Catar como sede del Mundial de 2022, la FIFA dio una vuelta de tuerca más al ya apretado mecanismo internacional del fútbol. Blatter defendió la designación del país árabe como parte de la política de la FIFA de expansión del fútbol a todos los rincones del planeta, aunque se entiende poco, por un lado, que los dos anteriores Campeonatos del Mundo se vayan a celebrar en países de tradición tan futbolística como Brasil o Rusia, y por otro, que un país de apenas un millón y medio de habitantes sea para la FIFA una prioridad para la expansión del fútbol. No reúne demasiadas condiciones Catar que tengan que ver con los objetivos promocionales de la FIFA, salvo las meramente económicas, que son las que más atraen al organismo que dirige Blatter. Un país que organizativamente no va a tener mayores problemas, porque si algo sobra en Catar es dinero para construir lo que haga falta (que será todo, porque hoy por hoy no hay nada construido), pero que sí va a tener otro tipo de impedimentos, de índole más natural, y por tanto más insalvables, excepto que con el dinero que siga saliendo de los pozos de petróleo se dote al país de estructuras micro-climáticas que permitan un normal desarrollo del torneo.
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Maqueta del Al-Khor Stadium, en Doha |
El calor de Catar en los meses de verano puede hacer subir el mercurio hasta los cincuenta grados centígrados, algo que impide la práctica del fútbol y de cualquier otra actividad física a todos los efectos. Blatter lo ha dicho ahora, aunque como es lógico pensar, ya lo sabía mucho antes de la elección de Catar como sede. Su solución pasa, según ha dicho, por adelantar la celebración del Mundial al mes de Enero, con lo que sería el primer Campeonato del Mundo en casi un siglo que dejaría de jugarse en los meses estivales. Naturalmente, algo tendrá que hacer la FIFA para evitar que los jugadores sufran desmayos y convulsiones por un golpe de calor en pleno partido. A ojos de millones de espectadores, sería un efecto espeluznante. Ya han aguantado bastante los futbolistas en anteriores Mundiales, como en el de México 1986, en el que hubo partidos que se jugaron, por imperativo de las televisiones, a las doce del mediodía, bajo el achicharrante sol del verano azteca. En Estados Unidos 1994 volvieron a darse situaciones de extremo calor, pero de nuevo lo importante era que los partidos llegasen a Europa, el continente mayor consumidor, en horario lo más cercano al Prime Time. Aún así, nunca se llegó a los cincuenta grados que se dice podrían alcanzarse en Catar en pleno mes de Junio.
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Joseph Blatter |
Así que Joseph Blatter, por una vez, ha tenido en cuenta la salud de los principales actores de la película, los futbolistas. Para eso tenía otras opciones antes del día 2 de Diciembre, como haber elegido otra sede con mejores condiciones climáticas, aunque las demás aspirantes partían con cierta desventaja, pues ninguna de ellas traía bajo el brazo la riada de petrodólares que la FIFA va a ingresar con Catar. El país árabe contaba con todas las bendiciones, y por ello se convirtió en organizador del Mundial. Pero también por ello ahora se han de buscar soluciones a sus condiciones meteorológicas, aunque sea poniendo en solfa todo el calendario futbolístico internacional, que en once años va a tener que reinventarse para que, cuando llegue Enero de 2022, todo esté perfectamente sincronizado, y los futbolistas puedan acudir a Catar para jugarse la Copa del Mundo.
Cambiarán los calendarios de ligas y copas nacionales, los de competiciones internacionales de clubes, los de selecciones, se supone que también la fase de clasificación para el propio Mundial… porque no se adelanta un mes, ni dos, sino medio año. Veremos un nuevo orden en el fútbol, porque, al menos un par de años antes, nada podrá ser como hasta entonces, por una cuestión meramente físico – temporal. El Campeonato del Mundo caerá en medio de los torneos nacionales e internacionales de los países más representativos del fútbol, y estos tendrán que adaptarse a partir sus competiciones en dos, o a hacerlas más cortas.
Hasta ahora, creíamos que en el fútbol todo estaba ya inventado, pero la FIFA nos quiere demostrar que no, que todavía quedan piruetas que nunca se han dado, y que la rueda aún puede ser más redonda. Veremos en qué termina el invento.
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