31 de diciembre de 2010

ADIÓS A 2010, "EL AÑO DEL MUNDIAL"

El año que hoy termina quedará para siempre en nuestras memorias como “el año del Mundial”. Siendo optimistas, podemos decir que es “el año del primer Mundial”, aunque hay que tener también los pies en el suelo, y pensar que, si a España le ha costado ochenta años ganar su primer Campeonato del Mundo, es complicado que en las próximas citas vuelva a repetir triunfo. Hay cuestiones de peso que lo indican. La primera de ellas, que hay otras naciones con mucha más tradición mundialista que España, como Brasil, Italia, Alemania, o Argentina. España ha sido la última en llegar a ese selecto club de Campeones Mundiales, que completan Uruguay, Francia e Inglaterra. Hasta este mismo año, nuestra selección no entraba ni siquiera entre las veinticinco mejores de los Mundiales, al no haber sobrepasado nunca los Cuartos de final. Otras selecciones como Holanda (3 subcampeonatos tras el último contra España), la República Checa y Hungría (2 subcampeonatos), o incluso Suecia (con 1 subcampeonato, 2 terceros puestos y 1 cuarto puesto) sobrepasaban a la nuestra en el palmarés. Y detrás de estas, hasta llegar a España, una extensa lista de países, entre los que están por ejemplo Polonia, Portugal, Austria, Turquía, Estados Unidos, Corea del Sur (Al-Ghandour, siempre presente) que en un Mundial u otro accedieron al menos hasta las semifinales.
Esto da muestra de lo complicado que es ganar el Campeonato del Mundo, al que hay que tener la suerte de llegar con una generación de futbolistas como la que actualmente tiene España, para poder afrontarlo con posibilidades de éxito, aunque tampoco lo garantiza. Y este es otro de los factores que lo dificultan. España ha tenido el acierto durante la última década de fabricar futbolistas de muchísima calidad, y de inculcarles unos valores extradeportivos que aumentan la capacidad del deportista. Este grupo de jugadores venía ganando torneos internacionales en categorías inferiores, y ha terminado ganando el Mundial en la categoría absoluta. Pero es difícil mantener ese altísimo nivel siempre.
A favor nuestro juega que España hoy por hoy está posicionada en la vanguardia del fútbol mundial, para bien y para mal. En nuestras manos está aprovechar los aspectos positivos y evitar los negativos. El fútbol de hoy es más espectáculo de lo que lo era hace un par de décadas, y en nuestro país lo hemos sabido entender, a nuestra manera. España se ha convertido en una referencia, no sólo por el juego que desarrolla, sino también porque en nuestro fútbol se concentran los mejores futbolistas del Mundo, y porque nuestro país es uno de los que más dinero mueve en el circo del deporte Rey.
Toca por tanto disfrutar del Campeonato conseguido el pasado 11 de Julio en Johannesburgo, y esperar que en próximos eventos España se consolide, por méritos propios como en esta ocasión, y no por augurios sobrevalorados como en otras, como una de las selecciones a tener en cuenta para el triunfo final. El respeto y la credibilidad en el fútbol se ganan a base de buenas actuaciones durante años. España ha puesto en los dos últimos las primeras piedras, pero hay que continuar construyendo nuestra propia Leyenda.

EL JUEGO DE LA AFE

La noticia buena es que el Domingo día 2 habrá fútbol, y que no será necesario amontonar las jornadas venideras para cuadrarlas en el calendario, ni jugar la última el día 12 de Junio, tres semanas después de la penúltima. Claro que, de eso tampoco quedamos libres, porque cualquier imprevisto de aquí a entonces, o una nueva demanda de la AFE, podría obligar a improvisar cualquiera de las dos alternativas.
Juicio AFE - LFP
La mala noticia es que el culebrón de las Navidades, el feo asunto AFE – LFP, judicializado por el sindicato de futbolistas, ha terminado de la manera más patosa que podríamos imaginar. Decirlo ahora, a toro pasado, suena muy fácil, pero yo la verdad es que, el día que la AFE presentó la demanda contra la LFP porque la jornada del día 2 de Enero estaba fuera de los días laborables establecidos por convenio, pensé: “¿Y qué tiene que ver la LFP con el calendario, si el calendario lo aprueba la Federación Española de Fútbol?”. Si, la LFP propone cada año el calendario de Liga a la RFEF, que es quien lo aprueba en su Asamblea Anual, pero el órgano federativo es quien tiene siempre la última palabra. Lo cierto es que no le di más importancia, porque como a veces no hay forma de aclararse de quién tiene las competencias en unas u otras cosas, ya todo lo que te digan te suena normal, o por lo menos posible.

Luis Rubiales
Pero el Juez sí que tenía claro a quien compete la aprobación del calendario, y por eso le ha dicho a la AFE que para dar un veredicto sobre su demanda, es imprescindible que esa demanda sea dirigida a la Federación Española de Fútbol, que es quien da la conformidad al calendario, y no a la Liga de Fútbol Profesional, que es quien gestiona ese calendario, televisiones y clubes mediante. El día 2 de Enero es un día inhábil en el convenio colectivo de los futbolistas, y la Federación Española aprobó el pasado mes de Julio que ese día habría jornada de Liga. Por tanto, no procede ahora reclamar la ilegalidad a la LFP, que al final lo que hace es gestionar un calendario que ya le viene con el visto bueno de la Federación.

Lo primero que nos viene al pensamiento es que la AFE ha metido la pata hasta el corvejón. La falta de rigor a la hora de ejercer sus derechos de la AFE nos lleva a pensar que nuestro fútbol está en manos de personas que ni siquiera conocen los procedimientos para hacer bien su trabajo. El sindicato de futbolistas, se supone, está asesorado por profesionales jurídicos del sector civil y deportivo que tienen que conocerse hasta la última coma de los reglamentos, convenios y procedimientos que han de utilizar. El hecho de que se haya formado todo este revuelo para que al final un Juez les diga que se declara incompetente, porque el demandante se ha equivocado de demandado, es señal de que las cosas no se han hecho con demasiada profesionalidad.
Astiazarán (LFP) y Luis Rubiales (AFE)
… O sí, porque todo este asunto podría tener también otra lectura, y es que posiblemente la AFE supiese que su demanda debía ir dirigida a la Federación Española de Fútbol, y no a la LFP, pero no ha querido entrar en batallas contra el máximo organismo futbolísitico del país, primero porque, como es lógico, no le interesa lo más mínimo, y segundo porque en realidad no hubiese sido justo. Ya comenté en mi anterior entrada que todo esto tiene un trasfondo económico, las deudas de algunos clubes con sus jugadores, y que la demanda de la AFE no era tanto por el dichoso día 2 como por una solicitud que había hecho a la LFP para que se hiciese cargo de aquellas deudas, a lo que la Liga de Fútbol Profesional había respondido de manera negativa. Desde luego, si la AFE quería presionar y mediatizar su reclamación de ayuda para los jugadores, la fórmula era intentar una huelga, apoyándose en un día inhábil para señalar jornada de Liga. La LFP no respondió a las presiones, quizás porque ya sabía que el calendario no era de su competencia, y la AFE decidió llevarlo a los Tribunales, en un último intento de intimidar a la patronal. En todo este juego, la Federación no tenía más parte que haber aprobado un calendario de Liga, en el mes de Julio, que podía haber sido impugnado entonces, pero que nunca fue denunciado, al menos oficialmente. Por tanto, no tenía demasiado sentido demandar ahora a la Federación por la jornada del día 2, cuando se han tenido seis meses para hacerlo.
La maniobra está muy clara, pero la AFE no ha medido bien las consecuencias. Tanto si el “error” que ha dado pie a la sentencia fue involuntario, como si fue premeditado, el sindicato de futbolistas ha protagonizado una de las mayores chapuzas del fútbol en los últimos años. Ahora se enfrenta a una demanda de 16 millones de euros por parte de la Liga de Fútbol Profesional, por los daños y perjuicios causados durante el proceso. Al final, Luis Rubiales ha hecho un pan con unas tortas.

28 de diciembre de 2010

SPAIN IS DIFFERENT

Somos Campeones de Europa y del Mundo, los mejores futbolistas juegan en nuestra Liga, tenemos al Barcelona, el equipo que mejor fútbol practica, hemos patentado (eso dicen, yo en eso discrepo un rato, porque otros muchos equipos antes hicieron algo similar) un estilo, el "tiqui - taca", que hace furor entre los aficionados de todo el planeta... y sin embargo, debajo de la alfombra, seguimos teniendo la misma mugre que cuando no teníamos todas esas cosas. Organizativamente, España es aún un país en vías de desarrollo. El lío está montado, a falta de cinco días para el día 2, fecha para la que la AFE ha convocado una huelga general de futbolistas, que amenaza seriamente la celebración de la jornada de Liga en Primera y Segunda División.
La AFE amenazó hace unas semanas con la posibilidad de convocar huelga para ese día, al encontrar un resquicio legal, que prohíbe a la Liga de Fútbol Profesional programar jornada de Liga entre los días 23 de Diciembre y 2 de Enero, según el convenio colectivo firmado por todas las partes. En realidad, convocar una huelga de futbolistas en día que por convenio no es laborable es algo que no tiene demasiado sentido práctico. Es como si los trabajadores de educación convocasen una huelga un domingo del mes de Agosto. En realidad, el trasfondo de todo tiene que ver con un asunto económico, como no podía ser de otra manera. En concreto, con la situación de los clubes que se encuentran en situación de Ley Concursal, y más concretamente todavía con la del Real Betis Balompié, que adeuda a los jugadores de su plantilla casi ocho millones de euros.
La AFE ha pedido a la Liga de Fútbol Profesional que se haga cargo de la situación de los clubes, ya que ese organismo dispone de unos “fondos reservados” para este tipo de contingencias. Pero la LFP ha dicho que naranjas de la China, que ellos lo que tienen son unos avales que cubren cierta cantidad, pero no tanto como lo que se solicita. Y que, por supuesto, para que esos avales se ejecuten, han de garantizarse por parte de los futbolistas el correcto desarrollo de todas las jornadas de Liga. Así que la AFE, visto que a las buenas no ha podido agarrarse, ha tirado por el camino de la jornada del día 2, que a su juicio (y objetivamente, es así) está prevista en un día que el convenio colectivo no lo permite, pero la LFP argumenta que esa jornada está programada desde el mes de Junio, cuando se aprobó el calendario para toda la temporada. Como el tiempo apremia, y el día 2 se acerca, la AFE ha llevado el caso a los Tribunales, y la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional dictará mañana día 29 sentencia. Hubiese sido una temeridad que el veredicto se hubiese dado hoy, día de los Inocentes.
Luis Rubiales
El caso tiene pinta de ser una pataleta de la AFE, que desde que estrenó Presidente (Luis Rubiales) en Marzo de este año se ha convertido en la china en el zapato de la LFP. Desde luego, el sindicato de futbolistas tiene toda la razón en las causas que defiende, sobre todo en cuanto a las deudas que los clubes mantienen con sus jugadores, pero las formas que está empleando no parecen las más correctas. Aferrarse a una jornada de Liga programada para un día fuera de convenio colectivo no parece la mejor manera de defender las deudas de los futbolistas. Ha debido de pensar Rubiales que convocar una huelga de futbolistas es algo que requiere de un consenso que hoy en día no existe, y la forma de hacer de este asunto una reivindicación lo suficientemente mediática como para que quienes tienen que hacerlo tomen conciencia del problema, es convocar la huelga en un día en el que, perfectamente, y con el convenio en la mano, tienen derecho a ella. El mensaje debe ser que el fútbol tiene que empezar a plantearse muy en serio que esto así no va bien, y si no se empiezan a sentar bases para impedir que los clubes sigan endeudándose hasta las cejas con futbolistas, Seguridad Social, Hacienda, proveedores… etc. este tipo de situaciones van a ser cada vez más frecuentes, y llegará el día que añoremos los tiempos en que el fútbol no era tan glamuroso como lo es hoy, pero al menos la normalidad no daba pie a estos sobresaltos.
Comprobado ha quedado que el intento de las Sociedades Anónimas no ha dado el resultado esperado, quizás incluso ha empeorado la situación. El fútbol ha sido siempre deficitario, y deudor, pero hoy en día lo es en proporciones cósmicas comparado veinte años atrás. Los clubes están en manos de gestores privados, inversores que, movidos por intereses particulares de índole mediática o propagandista, juegan con su juguete hasta que, bien consiguen sus objetivos, bien se cansan de esperar a que lleguen y abandonan la nave, casi siempre dejando tras de sí un pestilente rastro de deudas y caos institucional. No es casual que los cuatro únicos clubes que no se convirtieron en Sociedad Anónima en 1992, Barcelona, Real Madrid, Athletic de Bilbao y Osasuna, son de los clubes que menos problemas han tenido con las deudas. Es hora de que las autoridades políticas piensen en un cambio de modelo, un modelo que no permita a los clubes, mejor dicho a sus gestores privados, crear una burbuja dentro de su estadio que termine explotando cuando se van, salpicando siempre a los que se quedan.
Por su parte, en este asunto concreto del día 2, cabe también pedir responsabilidades a la LFP, no sólo por las deudas de los clubes, que también es verdad que alguna medida podrían promover para evitarlas, sino por haberse saltado a la torera el convenio colectivo, en aras de configurar un calendario que satisfaga, sobre todo, al sector que más poder tiene en nuestro fútbol, el de las televisiones. Son las que mantienen este circo con sus multimillonarios contratos, y la LFP entiende que antes ha de pactar jornadas con ellas que con los protagonistas del partido, los jugadores. De ahí que elabore calendarios encorsetados, en los que es imposible aplazar una jornada por una causa de fuerza mayor, porque no hay fechas libres. Claro que, ahí entrarían también en juego las Federaciones nacionales e internacionales, que cada vez programan competiciones con más número de partidos, que no con mejores equipos, para que las televisiones tengan fútbol y más fútbol que ofrecer. Un círculo muy vicioso, y muy viciado, que contiene demasiados intereses, y que será muy difícil de limpiar.
Un calendario con menos partidos sería lo adecuado para empezar a solucionar ciertos problemas, pero para eso habría que reducir el número de equipos por competición, lo que no interesa a las televisiones. Con la Iglesia hemos topado… En España, por ejemplo, somos muy reacios a trabajar en Agosto, y por eso nuestra Liga empieza, como pronto, el 27 o 28 de ese mes, cuando en Inglaterra, Francia o Alemania comienza a rodar el balón dos o tres semanas antes. El torneo de Copa, que durante unos años adoptó el formato de eliminatorias a un partido hasta los octavos de final, se juega ahora de nuevo a doble partido, porque si no los equipos grandes pueden caer demasiado pronto, y eso resta el interés de las televisiones. Estas medidas, y alguna más, solucionarían el problema del calendario, que está encorsetado hasta la asfixia. Por supuesto, el problema de las deudas no se soluciona quitándole partidos a la temporada, sino asumiendo responsabilidades, y planteando alternativas de gestión.
Mientras unos y otros siguen dejando pasar el tiempo, los aficionados esperaremos a que mañana un Juez nos diga si el Domingo podremos, o no, ver el partido de nuestro equipo.  

25 de diciembre de 2010





Soldados alemanes contra soldados ingleses y franceses, en el partido que se jugó en la Navidad de 1914, en plena I Guerra Mundial.
 

23 de diciembre de 2010

EL MODELO INGLÉS FRENTE AL RESTO DE MODELOS

Stamford Bridge, el campo del Chelsea F.C.
Rafa Benítez ha sido cesado como entrenador del Inter de Milán. El madrileño ha permanecido en el cuadro “neroazzurro” solamente seis meses, en los que ha podido aumentar su palmarés con la Supercopa de Italia y el Mundial de clubes, herencia de la genial campaña 2009/2010 del Inter, en la que consiguió ganar las tres competiciones que disputó: Liga, Copa de Italia y Champions League. Pero su regular, hasta ahora, campaña en la Serie A, ha sido suficiente para ser destituido. Rafa llegó al Inter después de seis temporadas en el Liverpool, donde hizo al equipo inglés Campeón de Europa y Supercopa de Europa en 2005, Subcampeón en 2007, y ganador de la FA Cup en 2006.
En días atrás comentaba en una entrada el récord de Sir Alex Ferguson al frente del Manchester United. Veinticuatro años y un mes, suena casi más a condena presidiaria que al tiempo de permanencia como entrenador de un equipo de fútbol. Sobre todo porque ese equipo de fútbol es uno de los más laureados del mundo, y es una circunstancia totalmente inusual a esos niveles. En las islas británicas no es el primer caso, y en el club de Old Trafford tampoco. Precisamente Ferguson fue noticia por batir el récord de otro ilustre, Matt Busby, que también estuvo más de veinticuatro años en el banquillo de los “Red Devils”. Otros clubes británicos, sobre todo ingleses, también se han caracterizado por tener en alguna época de su Historia entrenadores “eternos”, como los veintiséis años de David Calderhead al frente del Chelsea, entre 1907 y 1933, los quince de Bill Shankly en el Liverpool, de 1959 a 1974, o los catorce que lleva Arsene Wenger en el Arsenal, sólo por citar los más significativos. Rebuscando en las profundidades de clubes más modestos encontraríamos otros casos tan llamativos como aquellos, y quizás con cifras de permanencia más altas.
Matt Busby, legendario entrenador del Manchester
Pero en Inglaterra también se despiden a los entrenadores. De hecho, un ex entrenador del modesto Huddersfield Town, Eoin Hand, acuñó la famosa frase “Lo único que hay de cierto en la vida son dos cosas: la gente se muere y los entrenadores son despedidos”. Sin embargo, indagando un poco en los archivos, podemos comprobar que, en general, en Inglaterra siempre se ha tenido más paciencia que en el resto de Europa con los entrenadores. El Arsenal ha empleado veinticuatro entrenadores en ciento trece años. El Liverpool, dieciocho en ciento diecisiete años.  El Manchester United, diecinueve en los mismos años. Y el Chelsea, que rompe un poco la media, treinta entrenadores en ciento cinco años. Contrastan estos datos, por ejemplo, con los setenta y dos entrenadores del Inter de Milán, en cien años; con los cincuenta de su vecino, el Milán, en ciento diez años; con los cincuenta y seis del Real Madrid en ciento ocho años, y con los sesenta del Barcelona en otros ciento once años. Los datos nos cuentan que, mientras en las islas británicas, lo normal es cambiar de entrenador cada cinco años, en Italia y España se hace cada dos. Los datos de otros países, como Portugal, Francia, Alemania o Países Bajos son muy similares a los de los dos países latinos, mientras en el resto de países británicos, Escocia, Irlanda del Norte, Eire y Gales, y en los países escandinavos los números se acercan más al ideario inglés.
Esta ensalada de números a muchos no les dirá nada, pero a mí me hace pensar que en Inglaterra el fútbol se toma con mucha más naturalidad y menos urgencias que en el resto de países del continente. El propio Alex Ferguson no ganó la Premier League en los siete primeros años de su estancia en Manchester, y Rafa Benítez sí, ganó la Champions en 2005, pero se fue sin poder ganar la Liga inglesa, que el Liverpool consiguió por última vez en 1990. Arsene Wenger ganó cinco Premier y cuatro FA Cup, pero el mejor Arsenal de la Historia no consiguió ganar la máxima, ni ninguna otra, competición europea,  a pesar de lo cual siguió al frente del equipo, hasta el día de hoy. Esa paciencia que los clubes ingleses parecen tener con los entrenadores se esfuma pasado el Canal de la Mancha, y, sobre todo en España y en Italia, lo habitual es que un entrenador no termine su segunda temporada en un equipo, más aún en los equipos humildes.
Asistencia media de los equipos de la League One 2008/2009
Inglaterra inventó el fútbol, y lo ha sabido tratar y mantener mejor que ningún otro país hasta el día de hoy. Los hooligans hicieron mucho daño durante unos años, pero el fútbol inglés nunca perdió su esencia, ni los valores que le han hecho llegar al Siglo XXI como el fútbol mejor organizado y más saludable del planeta. Sus clubes son profesionales incluso en categorías muy bajas, un equipo de la League One (aquí un Segunda B), lleva al campo cada quince días a veinte mil aficionados, y desplaza varios cientos a cada partido fuera de casa. Todos los clubes, incluso los más modestos, tienen una organización profesionalizada en todos sus estamentos, tanto directivos como técnicos, y disponen de unas instalaciones que en España o Italia, por ejemplo, sólo tienen algunos equipos de Primera y Segunda División. Algunos, incluso, disponen de sus propios centros médicos, y otros los tienen educativos. Los entrenamientos son casi siempre en doble sesión, como una jornada de trabajo partida, y los futbolistas durante el día incluso comen en las propias instalaciones del club. La mentalidad inglesa, y su forma de ver un deporte que ellos inventaron hace que el respeto sea máximo hacia todos los que participan en su fútbol, y los entrenadores ya no es que no sean una excepción, sino que son una de las figuras principales. En Inglaterra el entrenador no es sólo la persona que dirige los entrenamientos y al equipo en los partidos. La figura de “Manager”, que en España (también en Inglaterra en algún caso) por ejemplo diseccionamos en dos personas, entrenador y director deportivo, se encarga de prácticamente todos los aspectos deportivos y extradeportivos del club.
Bristol Rovers - Charlton Athletic, de la League One
Es otra manera de trabajar. Los clubes son empresas, como en el resto de países, pero allí hay una persona por encima de los demás, y asume todos los poderes, pero también todas las responsabilidades. Los jugadores disponen de las mejores instalaciones y de los mejores profesionales, y por ello son también exigidos al máximo, no sólo en el esfuerzo, sino también en el compromiso. Sin duda el éxito del fútbol inglés, que salvo excepciones en los últimos años, sobre todo por la entrada de multimillonarios extranjeros como Roman Abramovich (Chelsea) o Al Mubarak (Manchester City) nunca se ha caracterizado por excesivos dispendios en fichajes, se ha basado desde su creación en apostar por la continua formación y la retroalimentación que le permiten sus propios resultados, y por el respeto casi sacramental hacia todos los que lo integran. El club inglés invierte, y obtiene resultados, con los que sigue invirtiendo, y obteniendo resultados. Es una filosofía de continuidad, y de mejora de lo que se tiene, frente al borrón y cuenta nueva al que estamos acostumbrados en otros lugares. Quizás no ganen tantas Champions ni Mundiales, pero son mucho más leales al fútbol y consecuentes con lo que este deporte nos ha dado a todos, y su forma de entenderlo ha ayudado a un crecimiento más natural y equilibrado allí que en el resto de países.

22 de diciembre de 2010

LO QUE DIGA LA PRENSA

José Mourinho debe de estar impresionado con el poder que los medios de comunicación deportivos tienen en España. Tanto, que ayer declinó comparecer en rueda de prensa para evitar los dardos de los periodistas, que inevitablemente iban a ir envenenados con los recientes acontecimientos del Real Madrid – Sevilla del Domingo, que derivaron en un velado enfrentamiento con Jorge Valdano y con la cúpula directiva del club. Prefirió enviar a Aitor Karanka, un hombre más diplomático, al que Mourinho sabe que la prensa no le va a hacer las mismas preguntas que a él, y las que le hagan van a ser en un tono mucho menos agresivo.
Pero más allá de las pocas ganas que Mourinho tenga de abrir fuego contra la prensa, por más que esta intente cada día que lo haga, el entrenador del Madrid no debe salir de su asombro por la increíble capacidad de manipulación que los medios de comunicación tienen en nuestro país. En pocos meses se ha dado cuenta de que aquí la prensa sirve para algo más que para informar al aficionado. Sabe que en nuestro fútbol, y más en concreto en el Real Madrid, los medios juegan un papel muy importante, a veces definitivo, en muchas tomas de decisiones, y en el devenir del club durante la temporada.
Sin ir más lejos, él mismo llegó al Madrid gracias a la campaña a su favor que desde la prensa se orquestó a finales de la campaña pasada. La eliminatoria Inter de Milan – Barcelona, de Semifinales de la Champions League, tuvo como protagonista estelar no a Messi, ni a Xavi, ni a Etoo. El verdadero protagonista de aquellos dos partidos fue José Mourinho, y así se publicitó hasta el hartazgo. La posterior eliminación blaugrana a manos del portugués, y el título logrado precisamente en el Santiago Bernabéu por el equipo interista, dibujaron un idílico paisaje que ayudó a la llegada de Mourinho al club merengue. Su predecesor, el bueno de Manuel Pellegrini, sufrió las embestidas de la prensa desde casi su llegada al Madrid, hasta que su acoso terminó en derribo, y su salida precipitó el fichaje del entrenador Campeón de Europa.
No es de extrañar, por tanto, que Mourinho le esté viendo las orejas al mismo lobo al que se las vio Pellegrini, e intente modular su relación con la prensa, para evitar conflictos que puedan derivar en una situación que le perjudique. Estos días, además de todo lo que ha ocurrido alrededor del Real Madrid – Sevilla, se ha hablado más que de costumbre de su anterior equipo, el Inter, y de su Presidente, Massimo Moratti. Quedó hecho público que la salida de Mourinho del equipo italiano fue casi un desenlace forzado, o al menos eso quisieron dar a entender tanto el técnico como el Presidente. El inabordable Florentino Pérez había llamado a su puerta, y el entrenador no pudo resistir el reto. El Presidente interista hizo un intento de “retener” al portugués, aunque lo hizo, sobre todo, de cara a la galería. Sin duda, con su equipo en la cúspide del fútbol europeo, Mourinho estaba más que amortizado, y los casi diez millones de euros que el Madrid pagó al Inter por el traspaso eran un negocio redondo para los italianos. Además, las buenas maneras con las que el técnico se despidió de Milan, dejando todas las puertas abiertas, eran una forma de decir “Me voy, pero volveré”.
El Inter ha vuelto a ser portada estos días, no por su reciente entorchado de Campeón Mundial de clubes, sino por su entrenador, Rafa Benítez, al que parece, según se cuenta, que le quedan dos telediarios en el club milanés. Benítez, por cierto, un entrenador salido de la cantera madridista, que no pudo ser profeta en su tierra, pero para lo que aún le queda mucho tiempo y, seguro, alguna oportunidad. Eso es lo que han debido de pensar los medios de comunicación, que durante esta semana han colocado a Mourinho en la picota, le han enfrentado a Jorge Valdano, Director General del club, e incluso han insinuado que está negociando su vuelta al Inter con Moratti, con quien debió de verse esta semana en Madrid. Por supuesto, todo encaja si ahora nos cuentan que Rafa Benítez, vieja aspiración del club blanco, podría quedar libre en cuestión de días. El trueque, según se ha dicho ya, es inminente. Aunque las cosas no son tan simples como aparentan mis palabras, lo cierto es que estoy casi seguro de que el próximo entrenador del Madrid, sea este año o sea el que viene, es Rafa Benítez, lo cual no me disgusta en absoluto, sólo que me agradaría más que esa decisión viniese avalada por algo más que los editoriales de los diarios deportivos españoles.
Con ánimo de anestesiar a la prensa ha salido Mourinho al paso, para declarar que firmó por cuatro años con el Madrid, y que aún le quedan muchas cosas por hacer aquí. Contratiempo a los medios, que deberán añadir nuevas tramas a la novela, para que el guión no caiga en el olvido, y el aficionado lector de sensacionalismo deportivo pueda seguir acompañando las tostadas y las magdalenas del desayuno con el “Vodevil Mourinho”.
Se trata de eso, nada más. Prensa sensacionalista que idea guiones, y los intenta seguir lo más fielmente posible, con el permiso de los protagonistas. El problema es que a Mourinho no le gusta que un guión le marque su camino, y ahí los periodistas lo van a tener complicado. Deberán emplear todas sus armas para conseguir que su novela termine como la han dibujado, pero el portugués va a ser un personaje demasiado rebelde para plegarse al papel. Posiblemente todo derive en una situación insostenible, después de un par de ruedas de prensa tormentosas en las que las palabras de Mourinho dirán lo que él no quería decir, y todos entendamos, porque así lo han dicho todos los medios, que este tipejo es un señor que no merece estar ni un minuto más en el Madrid. Mientras tanto, y con la Directiva del Madrid consintiéndolo, la prensa seguirá jugando a los guionistas. Lo más penoso es que a cambio del poder mediático que otorgan los medios, el Madrid está perdiendo el prestigio y la imagen de señorío que labraron muchas personas durante todo un siglo.

21 de diciembre de 2010

FALLECIÓ ENZO BEARZOT

Enzo Bearzot, conocido por ser el seleccionador de la Italia Campeona del Mundo en España, en 1982, ha fallecido en Milán. Bearzot dirigió a la selección absoluta "azzurra" desde 1975 hasta 1986 cuando, después del Mundial de México, decidió abandonar su cargo para no volver a entrenar. Antes había entrenado a la selección sub 23, desde 1970, después de tres años en el Torino y una temporada en el modesto Pro Prato. Dirigió a Italia en dos Eurocopas (1976 y 1980), y tres Mundiales (1978, 1982 y 1986).

Pero sin duda alguna, el recuerdo más resplandeciente de Bearzot nos hace viajar en el tiempo hasta el caluroso verano español de 1982. En aquel Mundial, Italia llegó envuelta en un sinfín de polémicas que, antes de la cita, parecían ser el indicativo de que la estancia del equipo transalpino en nuestro país se reduciría a los tres partidos de la primera fase. Con un equipo de jugadores jóvenes, creado por él mismo desde el Mundial de Argentina 1978, Bearzot llegaba fuertemente criticado por ello, y por el prehistórico juego que Italia exhibía en cada partido, siendo una versión perfeccionada del "Cattenaccio" que dio a conocer al Mundo Helenio Herrera veinte años atrás. Más aún después del fracaso "azzurro" en la Eurocopa de 1980, disputada en suelo italiano, en la que obtuvo un discreto cuarto puesto. Además de todo esto, aún estaba muy reciente el escándalo del "Totonero", la red de apuestas ilegales que dio con los huesos del Milan y la Lazio en la Serie B, y supuso sanciones y multas para un número importante de equipos, directivos, entrenadores y jugadores. Entre ellos, el goleador Paolo Rossi, cuya sanción le mantuvo fuera de los terrenos de juego hasta unos meses antes del Mundial de España. Bearzot apostó fuertemente por el goleador, y este le devolvería su confianza en forma de decisivos goles, sobre todo en los partidos más determinantes del Mundial.

Completada una discreta primera fase, en la que Italia no consiguió una sóla victoria (0-0 contra Polonia, 1-1 contra Perú y 1-1 contra Camerún), accedió a la liguilla de Cuartos de Final, en la que se encontró con la Argentina del incipiente Maradona y la temible Brasil de los Junior, Falcao, Cerezo, Sócrates, Zico... En el primer envite, contra los argentinos, Italia se impuso en el partido del anti-fútbol, con goles de Tardelli y Cabrini contra el ya tardío marcado por Passarella para Argentina. Un partido bronco, feo, con dos estilos similares que ofrecieron mucha más pasión que razón en su juego. La siguiente parada tenía como adversario al mejor Brasil desde el último Mundial ganado por los Gerson, Tostao, Pelé, Jairzinho y Rivelinho. El Brasil de 1982 era magia, un baile continuo en el medio campo que sin embargo estaba huérfano de una buena defensa, y también de un buen delantero centro. Todo lo contrario de Italia, que contaba con Paolo Rossi, el hombre que en este partido explotó por fin, para alborozo de Enzo Bearzot, que había apostado por los goles de "Pablito", echándose encima toda la presión mediática por esa decisión. El Italia - Brasil del 5 de Julio de 1982 en el viejo estadio de Sarriá pertenece a la "Serie de Oro" de los Mundiales de fútbol. Un partido apoteósico, con continua alternativa en el juego y el marcador, y sobre todo con la estelar actuación de Rossi, que con sus tres goles aniquiló los sueños de victoria de aquel súper equipo canarinho. Bearzot se cobró ese día su primera victoria personal, cambiando a un estilo diametralmente opuesto a lo acostumbrado, y quiso llevar la iniciativa, olvidándose del cerrojazo. Esto, unido al ideal brasileño, resultó en un irrepetible partido que hoy en día sigue siendo un referente entre los mejores partidos de la Historia.

Una vez despachada Polonia en Semifinales, con otros dos goles de Rossi, Italia se proclamó Campeona del Mundo el 11 de Julio, en el Santiago Bernabéu, contra otro equipo legendario, la Alemania de los Breitner, Schumacher, Stielike, Rummenigge, Briegel, Littbarski... que venía de derrotar a Francia en la otra Semifinal, otro partido de los que se escriben con letras mayúsculas en los libros de la Historia del fútbol. Bearzot tocó el cielo de Madrid, y pudo por fin sacudirse la enorme presión que había soportado durante meses. La atroz prensa italiana, tan crítica e inmisericorde en el pasado, se rendía ahora al entrenador que les había llevado de nuevo la Copa del Mundo a suelo patrio, cuarenta y cuatro años después.

Después de aquella experiencia, Enzo Bearzot siguió al frente de la "Squadra Azzurra" hasta el Mundial de México, en 1986. No pudo clasificarse para la Eurocopa de Francia en 1984, pero la Federación Italiana, consciente de su papel cuatro años antes, decidió confiarle el asalto al Mundial mexicano. Su eliminación en Octavos de Final, contra la Francia de Michel Platini, precipitó su salida de la selección. Desde entonces, Bearzot se alejó de los terrenos de juego, y vivió sus últimos años en Milán, donde ha muerto a los 83 años de edad.

SIR ALEX FERGUSON, TODA UNA VIDA

El técnico escocés es noticia estos días por haber superado el récord de longevidad en el banquillo de Old Trafford, que hasta la pasada semana ostentaba el legendario Matt Busby. Ferguson llegó al Manchester United en Noviembre de 1986, después de su glorioso paso durante ocho años por el Aberdeen, con el que consiguió cuatro campeonatos de Liga, cuatro de Copa, una Copa de la Liga, la Recopa de Europa, contra el Real Madrid en 1983, y la Supercopa de Europa, ese mismo año. Anteriormente, durante cuatro años, había entrenado al modesto Saint Mirren, con el que había ascendido de la First Division a la Premier League escocesa en 1977. En su último año en el Aberdeen, Alex Ferguson compaginó su cargo en el club con el de seleccionador de Escocia, tras la muerte del Jock Stein en 1985, quien había tenido a Ferguson como asesor en los últimos años. Al frente de la selección acudió al Mundial de México en el verano de 1986. Después de la cita mundialista, continuó durante unos meses al frente del Aberdeen, hasta que en Noviembre de ese año los rumores que circulaban durante los últimos meses, acerca de que Alex Ferguson sustituiría a Ron Atkinson al frente del Manchester United, se hicieron realidad.
El 6 de Noviembre de 1986 fue presentado como nuevo entrenador de los “Red Devils”. Han pasado veinticuatro años, pero el tiempo parece haberse detenido entre las históricas paredes de Old Trafford. Del caminar de Ferguson al frente del Manchester United hay poco que decir, porque todos conocemos sus logros. Hombre con fama de duro y exigente con sus jugadores y consigo mismo, no exento de polémica en algunas ocasiones, ha ganado todo, absolutamente todo lo que se puede ganar con un equipo de fútbol de máximo nivel, y ha forjado una leyenda que traspasa los límites del tiempo, y que nos hace sentir que el fútbol contemporáneo está como está porque en realidad así lo hemos querido, pero no porque sea estrictamente necesario.
En una época en que todo es fugaz, y nada permanece, Sir Alex Ferguson (Sir desde 1999) ha sabido cambiar con los tiempos, y ser tan moderno entrenador en los actuales como clásico lo fue en los pasados. Dice Juanma Lillo en uno de sus numerosos ensayos que, el entrenador de hoy en día, es un ser que divaga entre el “Ser” entrenador y el “Estar” de entrenador, teniendo para ello que anteponer muchos aspectos extradeportivos, como las relaciones con la prensa, con sus directivos, su popularidad, etc. a los aspectos meramente deportivos, que no son otros que formar equipos de jugadores válidos para su proyecto y trabajar con ellos en busca del resultado. Algo esto último en lo que, según Lillo, y lo comparto, el entrenador cada vez cuenta con menos cuota de participación. Hace referencia a las guerras internas que mantiene un entrenador consigo mismo, en pos de dilucidar entre las dos alternativas que se le presentan. “Ser entrenador”, aferrándose a unos ideales y a unas convicciones propias, arriesgando por ello las posibilidades de “Estar de entrenador” en clubes donde los dirigentes quieren pensar y actuar por él. Da la sensación de que Alex Ferguson ha sabido complementar ambos verbos, a través de su experiencia y sus conocimientos, y así nunca ha dejado de “Ser entrenador”, al tiempo que ha conseguido, durante veinticuatro años consecutivos, “Estar de entrenador” en uno de los clubes más importantes del Mundo. El ejemplo Ferguson es bueno para el fútbol. Le aporta a este deporte tan desnaturalizado ese componente siempre efectivo, y tan poco habitual en nuestros días, de la normalidad, del trabajo paciente y planificado.

20 de diciembre de 2010

Y A TODO ESTO… EL INTER ES CAMPEÓN DEL MUNDO

No sé si alguien se habrá enterado, pero el Inter de Milán se proclamó el Sábado Campeón del Mundo de clubes en Abu Dabi. El equipo de Rafa Benítez doblegó al Mazembe congoleño por un claro 3-0 en la Final disputada en el Estadio Zayed Sports City de la capital de los Emiratos Árabes. Por vez primera en la Historia, un equipo no europeo y no sudamericano accedía a la Final del Torneo, que desde el año 2005 se disputa sin interrupción con el formato actual, reuniendo a  los seis ganadores continentales más el Campeón del país anfitrión del torneo. La noticia ha pasado de puntillas por todas las redacciones de deportes del Mundo, algo que viene siendo ya tristemente habitual en un torneo que sigue sin atraer la atención de casi nadie.
El Mundial de Clubes nació con la idea de permitir a los campeones continentales de Asia, África, Concacaf (América del Norte, Central y Caribe) y Oceanía, competir en igualdad de condiciones con los sudamericanos y europeos por el honorífico título de “Mejor equipo del Mundo”. La Intercontinental se creó en 1960 con el propósito de otorgar ese título, que se suponía entre los campeones continentales de Sudamérica y Europa, sobre todo porque en el resto del Mundo el fútbol, o no existía, o se encontraba aún en fase de construcción. Durante años, aquel viejo trofeo que empezó a disputarse a doble vuelta, dio lugar a memorables partidos entre los grandes equipos de la época. Los mejores jugadores del momento le dieron lustre. Eusebio, Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Beckenbauer, Charlton… entre otros cientos de grandes futbolistas, otorgaron un merecido prestigio al torneo, que comenzó a perder cuando la mercadotecnia se apropió de él en 1980, por medio de la marca automovilista Toyota. Esta fijó la sede permanente de la Copa Intercontinental en Tokio, e incluso llegó a cambiar su denominación original por la de “Copa Toyota”. Desde ese año, el título se decidió a un solo partido, siempre en el Estadio Olímpico Nacional de la capital nipona.
El mundo del fútbol maneja unos códigos internos muy arraigados, y en aquellos años todavía era reacio a socavar las culturas de su identidad. Hoy en día todo nos parece más normal, y aquellas culturas de la identidad han sido casi todas horadadas. Los cambios de nombres de competiciones, de estadios, incluso de los propios clubes, las modificaciones de formatos en las competiciones que poco o nada aportan a la calidad del espectáculo, aunque sí a la cantidad, todo en pos de un buen contrato de marketing que permita llenar las arcas con las que poder subsistir a los exagerados dispendios que exige el gigantesco circo en que el fútbol se ha convertido.
Esa pérdida de la cultura de identidad significó para la Copa Intercontinental un lento decaer en su significado. Los clubes comenzaron a ver este torneo más como un bache en el camino de un cada vez más tortuoso calendario anual de partidos que como una competición prestigiosa, en la que se decidía, ni más ni menos, que el “Mejor equipo del Mundo”. El cambio de nombre por cuestiones de marketing, el hecho de tener que viajar al siempre a desmano Tokio, la certeza de que el partido tendría una buena repercusión en Japón, pero muy poca fuera de los países a los que los equipos participantes representaban… fueron razones que sumaron, una tras otra, hasta convertir la Intercontinental en un negocio farragoso para todos.
Así que la FIFA, llegado el cambio de milenio, optó por intentar renacer el trofeo, aunque ahora ya, dando oportunidades a todo el mundo, y nunca mejor dicho. Ya no serían sólo los representantes de Sudamérica y Europa, como lo habían sido durante cuarenta años, sino también los del resto de continentes. Tampoco Tokio sería sede permanente. La FIFA, tan hábil en estos asuntos como interesadamente torpe para otros, se llevaría el Mundial de Clubes allí donde más rentabilidad se obtuviese. Las tres primeras ediciones fueron en Japón. Para las dos siguientes, se trasladó el circo a los Emiratos Árabes, en busca de los petrodólares. Como no podía ser de otra manera, también la FIFA decidió el formato de competición, muy “a su manera”. El representante sudamericano y el europeo ocuparían una plaza fija en cada una de las Semifinales. El resto de participantes se irían eliminando hasta llegar a enfrentarse a ellos.  Es decir, a unos les basta con dos partidos para ser los “mejores del Mundo”. Otros necesitan tres… o cuatro.
Este año ha ganado el Inter, que sucede al F.C. Barcelona en el palmarés. Manchester United, Milan, Internacional de Porto Alegre, Sao Paulo y Corinthians fueron los otros Campeones de un torneo que sigue sin gozar del prestigio de los primeros años de la Intercontinental. Se empieza a hablar de falta de rentabilidad, y la FIFA no va a consentirlo. Si el Mundial de Clubes sigue dando pérdidas, la guillotina de Blatter caerá sobre su cabeza.

18 de diciembre de 2010

EL FORMATO DE LA CHAMPIONS

Ya tenemos servidos los octavos de final de la Liga de Campeones 2010/2011. El “cuasi” sorteo celebrado en Ginebra nos ha deparado una buena cartelera de partidos, entre los que destacan el Inter – Bayern, final de la pasada temporada, el Lyon – Real Madrid, con connotaciones altamente morbosas, y sobre todo el Arsenal – Barcelona, que quizás sea  la mejor eliminatoria de esta ronda. El otro representante español, el Valencia, se medirá al Schalke 04 de Raúl, un equipo que aún no ha dejado clara su posición esta temporada. El resto de eliminatorias, salvo el Milan – Tottenham, son enfrentamientos menores, aunque con protagonistas de lujo. Completan los octavos de final el Roma – Shakthar, el Marsella – Manchester United y el Copenhague – Chelsea.
Nunca me gustó demasiado el formato de la Champions League, una competición creada sobre todo para satisfacer las demandas televisivas, y que es ficticia incluso en los sorteos, dirigidos desde las rondas previas hasta los de Cuartos y Semifinales, que se amañan para evitar que se enfrenten equipos del mismo país, equipos que ya han participado en mismos grupos, etc.  Todo encaminado a que las rondas finales de la competición estén dominadas por los países mayores consumidores del producto, y con ello mantener, si es posible aumentar, las audiencias televisivas, válvula para que el cada vez más inflado globo económico del mundo del fútbol siga hinchándose. Terminará explotando, a poco que se imponga la lógica.
Aquel viejo formato, en el que sólo tenían cabida los campeones de Liga de cada país, y se enfrentaban en eliminatorias directas desde la primera hasta la última ronda, con sorteos puros en cada una de ellas, ofrecía muy poco pastel para el ensanchado estómago de la UEFA. Dieciséis enfrentamientos en Dieciesiavos, ocho en Octavos, cuatro en Cuartos, dos en Semis y la Final. Total, treinta y un partidos para decidir al Campeón.  Ese número de partidos, con el formato actual, se juega sólo con las dos primeras jornadas de la fase de grupos. Es decir, al final de esa fase, son noventa y seis partidos, más los ocho de Octavos, cuatro de Cuartos, dos de Semis y la Final, que hacen entre todos ciento once. Eso sí, siendo claros, podríamos asegurar que de esos ciento once partidos, por lo menos la mitad son pura paja, contando con que, normalmente, para la última jornada en casi todos los grupos se han decidido sus dos primeras plazas, y que en las cinco anteriores se juegan partidos  entre equipos de un nivel muy inferior a los veinte mejores del continente, con poco o nada en juego salvo su honor particular, y dosis de aburrimiento extremas. A mí por lo menos me atrae más bien poco sentarme frente al televisor a ver un Basilea – Cluj, o un Rubin Kazan – Panathinaikos, ni en la tercera ni en la última jornada...
Está claro que existen beneficios económicos para los clubes que participan en la fase de grupos de la Champions, sea cual sea su resultado deportivo final. El palo con la zanahoria de la UEFA consiste en eso, incentivar a los clubes pequeños (y a los grandes también) con premios en metálico, para conseguir una competición con más número de partidos, lo cual supone ingresos y más ingresos en la cuenta de Ginebra. Hace años que la UEFA, y la FIFA, decidieron que todo el fútbol es igual a efectos televisivos, lo mismo un F.C. Barcelona – Manchester que un Brondby – Spora de Luxemburgo, y sacrificaron la calidad en favor de la cantidad.  Lo mismo ha ocurrido con el Mundial y la Eurocopa, donde, en esta última competición, se ha pasado de los ocho participantes en 1988 a los 24 que se la jugarán en Francia en 2016. El “Inglaterra  - Alemania” compartirá entonces espacio con el “Letonia – Bielorrusia”. Y no se trata de discriminar ni hacer a menos a nadie, ni mucho menos, sino de ser naturales con el fútbol, virtud que ninguno de los dirigentes actuales de los máximos organismos lleva por bandera.
Hace casi 20 años se produjo la gran remodelación de la máxima competición de clubes europea. La Copa de Europa dejó paso a la Champions League en la 1991-1992. El primer formato fue quizás el más atractivo. Aún iban sólo los campeones de Liga, y se jugó por eliminatorias directas hasta que quedaron ocho equipos, quedando encuadrados en dos grupos de cuatro. El primer clasificado cada uno de esos dos grupos accedió a la Final. Resultaron ser la Sampdoria y el F.C. Barcelona, que ganó su primera Champions. Dos años después, una pequeña modificación supuso que cada grupo de Cuartos diera dos semifinalistas, que se cruzaban para alcanzar un puesto en la Final. Posteriormente hubo varias remodelaciones del formato, aumentando progresivamente el número de participantes, y eliminando las liguillas finales para adelantarlas a las primeras rondas, hasta llegar al formato actual que conocemos.
En la actualidad, el palo en la zanahoria que la UEFA pone a los clubes más pequeños, que casi nunca superan la fase de grupos, no deja de ser una jugada maestra del organismo que preside Michel Platini, quien al acceder a la Presidencia de la UEFA en 2007 prometió “democratizar” la Champions League, algo así como “pan para todos”. Sus intenciones conciliadoras pueden ser loables, pero el formato actual, los sorteos dirigidos, las cabezas de serie y todos los mecanismos utilizados dan muy pocas posibilidades de éxito a los equipos más humildes, algo de lo que la UEFA está discretamente encantada. En otras palabras, si lo que se quiere es dar opciones deportivas a todos los clubes, hagan sorteos puros, eliminatorias directas, y eliminen las cabezas de serie. Un Manchester – Barcelona en Dieciseisavos posiblemente no dejaría contento a ninguno de los dos, pero de la eliminatoria Brondby – Spora de Luxembugo saldría un octavo-finalista, algo que en la actualidad es poco menos que hipotético. Una por otra, y sin distinciones. En la actual edición de la Champions, ningún equipo de los que teóricamente la UEFA no había previsto, se ha quedado fuera de los octavos. Quizás el Ajax sea la excepción, aunque con su inclusión en el grupo de Real Madrid y Milan, tenía todas las papeletas para caer en esta ronda. El resto de los que han sido eliminados, eran equipos potencialmente eliminables. Desde que la Champions fue creada en 1991, sólo siete países han conseguido estar representados en las diecinueve finales disputadas: Alemania, España, Holanda, Inglaterra, Italia y Portugal. Con la salvedad de que, en el caso de Holanda (Ajax, Campeón en 1995 y Subcampeón en 1996) y Francia (Marsella, Campeón en 1993 y Mónaco, Subcampeón en 2004), sólo fue en dos ocasiones, y en el caso de Portugal (Oporto, Campeón en 2004), una.  Lo que en resumen significa que, con el actual formato como con el anterior, Italia, España, Inglaterra y Alemania copan la competición, por ese orden.
El fútbol actual está programado para ser explotado hasta los límites de sus propias capacidades, y esos límites ya casi están a la vista. Quizás en pocos años la UEFA deba replantearse el modelo, y sacrificar la cantidad por la calidad, volviendo a los orígenes. Una competición con menos equipos, con sólo los campeones de Liga de cada país, lo que daría una mayor importancia a los torneos domésticos, y con un formato de primeras eliminatorias directas, hasta llegar a los cuartos de final, lo que otorgaría sin duda alguna opción extra a equipos más modestos frente a otros más poderosos. No es lo mismo una eliminatoria a dos partidos, contra un solo rival, que una liguilla a seis partidos, contra tres equipos. Aún así, en la mayoría de las ocasiones terminarían imponiéndose igualmente los equipos poderosos, y sobre todo italianos, españoles, ingleses y alemanes, con lo que se configurarían grupos atractivos en Cuartos de Final, entre los equipos de esos paises y otros aleatorios, "democratizando" la competición, como es el deseo de Platini. Hace poco leí incluso que hay propuestas para que, en un futuro, las semifinales y la final se jueguen en una sede fija, al estilo “Final Four” del baloncesto, algo que podría ser interesante para todos.  La UEFA maneja mil opciones, pero al final terminará tirando por el camino de los intereses económicos, aunque para ello los grandes clubes tengan que seguir haciendo bolos por esos campos de Dios, en partidos intrascendentes en medio de la nada.