Con la final disputada anoche en Estambul, entre el Shaktar Donetsk y el Werder Bremen, la Copa de la UEFA cierra treinta y nueve años de Historia. A partir del próximo año, la competición variará de formato y denominación, pasando a ser la UEFA Europe League. No cabe duda de que el fútbol profesional es ahora ya más espectáculo que deporte, y el marketing comercial ha obligado a la UEFA a modificar uno de sus productos estrella, adaptándose a las nuevas exigencias de patrocinadores y operadores de televisión, que son quienes sostienen al fin y al cabo todo el sistema instaurado.
Así, la que fue durante muchos años la "hermana pequeña" de las competiciones europeas, se da un retoque de chapa y pintura para entrar en el segundo decenio del Siglo XXI con ilusiones renovadas. En los últimos años, la Copa de la UEFA ha ido variando hacia un sistema de competición cada vez más atractivo, si bien el hecho de que el ochenta por ciento de los equipos participantes sean equipos de segunda fila en sus respectivos países sigue siendo un lastre para el torneo. Los dos últimos campeones, sin ánimo de menosprecio, son el Zenit de San Petesburgo y el Shaktar, dos equipos del este que en otras épocas hubiesen sido dignos semifinalistas ante clubes como Bayern Munich, Inter de Milán, Real Madrid, Ajax, Barcelona, Liverpool, Juventus, PSV Eindhoven... hoy todos ellos encuadrados en Liga de Campeones casi todos los años. La entrada de los equipos campeones de Copa nacional desde la desaparición de la Recopa de Europa en 1999 tampoco ha solventado demasiado esta deficiencia. Una opinión muy personal mía es que la Liga de Campeones deberían disputarla los campeones de Liga y los campeones de Copa (estos quizás depurados mediante eliminatorias previas), y la UEFA los 2º, 3º y 4º clasificados, según países. De esta forma, se premiaría muy bien a los campeones de las dos competiciones nacionales de cada país, se evitaría la indiferencia que muchos clubes muestran hacia la Copa, y de paso se llenaría la UEFA de subcampeones de Liga, o terceros o cuarto clasificados de los principales países. Volveríamos a ver eliminatorias como aquellos Inter - Real Madrid de los años ochenta, los interesantes duelos fraticidas entre equipos italianos, o enfrentamientos contra los siempre temidos equipos alemanes o ingleses. Sin embargo, la fórmula no parece de interés comercial, por lo que al menos por ahora seguiremos viendo semifinales entre equipos rusos (con todos los respetos) o equipos de grandes ligas, pero de segundo nivel.
La Copa de la UEFA nos deja un gran recuerdo, sobre todo de épocas ya un poco más lejanas, noches épicas, otras no tanto, y cinco títulos en España: dos para el Real Madrid, dos para el Sevilla y uno para el Valencia. Las mayores tragedias, aquella final de 1988 entre el Español (entonces con Ñ), y el Bayer Leverkusen, que el equipo de Javi Clemente perdió imcomprensiblemente en los penaltis después de haber ganado en la ida, en Sarriá, por 3-0, y la final de 2001, ya a partido único, que el Alavés perdió en el último suspiro ante el Liverpool por 5-4. El Athletic de Bilbao también fue subcampeón en 1977, frente a toda una Juventus de Turín. El próximo año, como subcampeón de Copa, volverá a la competición europea, pero ya será a la nueva UEFA Europe League.
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