11 de noviembre de 2011

LA NOCHE DEL REAL UNIÓN


Con frecuencia, los torneos de eliminatorias nos dejan episodios sorprendentes, que quedan para la Historia del fútbol como hitos conseguidos por equipos humildes, de escasos recursos, frente a los más poderosos del planeta del balón. Algo impensable en otros torneos como la Liga, a treinta y ocho partidos, o las competiciones europeas actuales, en las que se han introducido primeras fases en forma de liguillas con las que la UEFA asegura, por un lado mayor número de partidos, y por tanto mayores ingresos económicos en televisión y publicidades, y por otro la eliminación casi inevitable para las rondas definitivas de aquellos equipos menores que llegaron al torneo para hacer de relleno, engordar la nómina de partidos, y servir como “sparring” a los grandes del continente, que pueden permitirse algún tropezón frente a estos equipos, sabedores de que, al cabo de seis jornadas, la decantación natural dejará a los poderosos arriba y arrastrará a los más humildes al fondo . Es otro, bien diferente, el atractivo de competiciones como la Copa del Rey, jugada a eliminatoria directa desde el principio, y que cada año nos muestra el lado más épico del fútbol, cuando vemos caer a los equipos de la parte alta de Primera División ante otros de categorías muy inferiores, en los que militan jugadores que no ganarían en siete carreras deportivas lo que un jugador de aquellos clubes ingresa en un solo mes. Equipos que entrenan tres o cuatro días  a la semana, en condiciones mucho más austeras que los “grandes”, y que los domingos disputan sus partidos, si hay suerte en terrenos de juego más o menos acondicionados, ante no más de unos pocos centenares de aficionados. El fútbol – deporte, cargado de romanticismo y estrecheces, contra el fútbol – espectáculo, con todas sus luces, sus cámaras… y su acción.

Real Unión Campeón de España 1918
Es el caso de la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey 2008/2009, que enfrentó a dos clubes con solera e Historia, el Real Unión de Irún y el Real Madrid. Porque el Real Unión es también uno de los grandes del fútbol español, a pesar de que hace ya muchas décadas que desapareció de la escena principal, para bajar a categorías menores, en las que se ha mantenido en los últimos setenta años. Pero cabe recordar que el club irundarra fue uno de los integrantes de la Primera División en 1928, categoría en la que se mantuvo hasta 1932, para ya nunca más regresar. Ese privilegio de formar parte de la primera edición de la Liga le fue concedido por la Federación Española de Fútbol al ser uno de los seis equipos (junto a F.C. Barcelona, Real Madrid, Arenas de Guetxo, Real Sociedad y Athletic de Bilbao) que habían conseguido hasta 1928 ser Campeones de la Copa de España (hoy Copa del Rey).  El Real Unión lo había sido en 1913, 1918, 1924 y 1927. Por tanto, estamos hablando de un club cuatro veces Campeón de España, que además en aquella época aportaba unos cuantos jugadores a la selección española.

Sin embargo, cuando disputó la eliminatoria de Copa en 2008, contra el Real Madrid, el Real Unión militaba en 2ª División B, y hacía nada menos que cuarenta y tres años de su última participación en 2ª División, allá por 1965. Su estadio, el “Stadium Gal”, seguía siendo el mismo que cuando jugó en Primera en 1928. Con una remodelación por medio acometida en 1997, el Gal siempre rezumó el aroma del fútbol de la época de los Gamborena, Elícegui, Luis Regueiro, Arabolaza (autor del primer gol en la Historia de la selección española), René Petit o Juan Emery (el abuelo del actual entrenador del Valencia). Era, por tanto, un gran club, con un pasado resplandeciente, pero venido a mucho menos. En ese mismo campo donde aquellas estrellas de tiempos mejores sellaron su inmortalidad con sudor y mucho barro, terminó su carrera deportiva un 30 de Octubre de 2008 el joven Rubén De la Red, prometedor futbolista del Real Madrid, que había sido Campeón de la Eurocopa con España sólo unos meses antes. Ese dia, el Real Madrid se vio superado por un impetuoso Real Unión, que evocó a todos sus héroes pretéritos para derrotar al equipo merengue por 3-2. No era la primera vez que los irundarras aguaban la Copa al Madrid. En 1918 y 1924 ya le ganaron sendas finales, en Chamartín y Atocha respectivamente, por 2-0 y 1-0. Pero esta vez la eliminatoria no se decidía a un partido, sino que había vuelta, y sería en el Santiago Bernabéu. Lo mejor estaba por llegar.

Alineación del Real Unión en el Bernabéu
El Real Unión se presentó el 11 de Noviembre de 2008 en el Santiago Bernabéu, con su aura de equipo histórico, trayendo a la memoria colectiva tiempos en los que el fútbol era de otra manera. En realidad, el partido parecía como si lo fuesen a jugar los entusiastas Emery, Petit, Elícegui… de nuevo vestidos de corto, ochenta años después, plantando cara al todopoderoso Real Madrid, que en sus tiempos no lo era tanto, sino uno más del montón. La grandeza le vino años después, cuando el Real Unión ya deambulaba entre la Tercera y la Segunda División. El escenario del choque, pese a estar emplazado a escasos cien metros de Chamartín, donde en 1918 el Real Unión le había ganado al Madrid (que aún no era Real) una Copa, también se había magnificado con el paso de los años. Vio ganar a su propietario infinidad de Ligas, Copas, y competiciones internacionales. Por su césped desfilaron las mejores estrellas del fútbol mundial de todos los tiempos, y en él se habían jugado hasta tres finales de la Copa de Europa. Hasta el Papa Juan Pablo II estuvo de visita a principios de los ochenta. España se había proclamado Campeona de la Eurocopa en 1964 entre los graderíos que aquella tarde apretujaron a más de cien mil personas, y un tal Paolo Rossi le había dado a Italia el Campeonato del Mundo una calurosa tarde del mes de Julio de 1982, en la misma portería en la que, veintiséis años después, el Real Unión iba a escribir la penúltima página de su Historia más gloriosa.


Alegría incontrolada después del 4-3
El partido está aún fresco en la memoria de todos los aficionados, madridistas y unionistas. Tengo que confesar que, madridista desde que nací, me supo mal la eliminación como es lógico, pero también admito que la padecí con aire de contradicción, sabedor de que aquello era un episodio histórico para ambos clubes, sobre todo para el Real Unión. Eliminar a un grande puede estar al alcance de cualquiera, como hemos visto en otras muchas ocasiones, pero hacerlo en su estadio, un escenario tan cargado de épica como el Bernabéu, en un momento en el que el Madrid tenía la eliminatoria a su favor, y además en el último minuto de partido, cuando ya no había tiempo ni lugar para la reacción, es algo que queda en la memoria para siempre, y que ayuda a mitificar aun más si cabe este deporte. El mito en este caso será para siempre Eneko Romo, el hombre que hizo el 4-3 que ponía a su equipo en la siguiente ronda de la Copa, y dejaba al Real Madrid con cara de póker ante su parroquia. Eduard, Larraínzar, Berruet, Iglesias, Gurrutxaga, Manu García, Behobide, Salcedo, Juan, Seguro, Eneko Romo, Aitor, Abasolo y Goikoetxea, dirigidos por Iñaki Alonso desde el banquillo, fueron los hombres que grabaron su nombre con letras de oro en la Historia del Real Unión, junto a los de aquellos hombres de los años del barro y los balones de costuras, que iniciaron la leyenda de un club casi centenario hace ya muchas décadas, pero que volvieron a estar presentes, ochenta años después, cuando su equipo, manejado ahora por otros más jóvenes, volvió a estar presente en todas las portadas.


Manu García conversa con Raúl durante el partido
Uno de los hombres que defendieron la camiseta del Real Unión aquella noche, que jugó el partido completo y dio dos asistencias de gol, es Manu García, actual jugador de la Unión Deportiva Logroñés, en 2ªB, y con quien coincido cada mañana en la colonia de Albelda, donde entrena el equipo en el que ambos trabajamos, él como futbolista, y yo como utillero. Manu podrá presumir para siempre de haber participado en una de las eliminatorias que quedarán para la Historia de la Copa del Rey, y de haber sido protagonista directo de la gesta de su equipo. Más satisfacción, si cabe, porque a Manu, por decirlo de alguna manera suave, no le cae bien el Madrid, y eliminarle, en su casa además, fue para él un gustazo que pocas veces podrá repetir sobre un terreno de juego. En aquella ocasión fue, además, sobre el mismo césped sobre el que han jugado los futbolistas más laureados de la Historia, sin excepción.

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