José Mourinho debe de estar impresionado con el poder que los medios de comunicación deportivos tienen en España. Tanto, que ayer declinó comparecer en rueda de prensa para evitar los dardos de los periodistas, que inevitablemente iban a ir envenenados con los recientes acontecimientos del Real Madrid – Sevilla del Domingo, que derivaron en un velado enfrentamiento con Jorge Valdano y con la cúpula directiva del club. Prefirió enviar a Aitor Karanka, un hombre más diplomático, al que Mourinho sabe que la prensa no le va a hacer las mismas preguntas que a él, y las que le hagan van a ser en un tono mucho menos agresivo.
Pero más allá de las pocas ganas que Mourinho tenga de abrir fuego contra la prensa, por más que esta intente cada día que lo haga, el entrenador del Madrid no debe salir de su asombro por la increíble capacidad de manipulación que los medios de comunicación tienen en nuestro país. En pocos meses se ha dado cuenta de que aquí la prensa sirve para algo más que para informar al aficionado. Sabe que en nuestro fútbol, y más en concreto en el Real Madrid, los medios juegan un papel muy importante, a veces definitivo, en muchas tomas de decisiones, y en el devenir del club durante la temporada.
Sin ir más lejos, él mismo llegó al Madrid gracias a la campaña a su favor que desde la prensa se orquestó a finales de la campaña pasada. La eliminatoria Inter de Milan – Barcelona, de Semifinales de la Champions League, tuvo como protagonista estelar no a Messi, ni a Xavi, ni a Etoo. El verdadero protagonista de aquellos dos partidos fue José Mourinho, y así se publicitó hasta el hartazgo. La posterior eliminación blaugrana a manos del portugués, y el título logrado precisamente en el Santiago Bernabéu por el equipo interista, dibujaron un idílico paisaje que ayudó a la llegada de Mourinho al club merengue. Su predecesor, el bueno de Manuel Pellegrini, sufrió las embestidas de la prensa desde casi su llegada al Madrid, hasta que su acoso terminó en derribo, y su salida precipitó el fichaje del entrenador Campeón de Europa.
No es de extrañar, por tanto, que Mourinho le esté viendo las orejas al mismo lobo al que se las vio Pellegrini, e intente modular su relación con la prensa, para evitar conflictos que puedan derivar en una situación que le perjudique. Estos días, además de todo lo que ha ocurrido alrededor del Real Madrid – Sevilla, se ha hablado más que de costumbre de su anterior equipo, el Inter, y de su Presidente, Massimo Moratti. Quedó hecho público que la salida de Mourinho del equipo italiano fue casi un desenlace forzado, o al menos eso quisieron dar a entender tanto el técnico como el Presidente. El inabordable Florentino Pérez había llamado a su puerta, y el entrenador no pudo resistir el reto. El Presidente interista hizo un intento de “retener” al portugués, aunque lo hizo, sobre todo, de cara a la galería. Sin duda, con su equipo en la cúspide del fútbol europeo, Mourinho estaba más que amortizado, y los casi diez millones de euros que el Madrid pagó al Inter por el traspaso eran un negocio redondo para los italianos. Además, las buenas maneras con las que el técnico se despidió de Milan, dejando todas las puertas abiertas, eran una forma de decir “Me voy, pero volveré”.
El Inter ha vuelto a ser portada estos días, no por su reciente entorchado de Campeón Mundial de clubes, sino por su entrenador, Rafa Benítez, al que parece, según se cuenta, que le quedan dos telediarios en el club milanés. Benítez, por cierto, un entrenador salido de la cantera madridista, que no pudo ser profeta en su tierra, pero para lo que aún le queda mucho tiempo y, seguro, alguna oportunidad. Eso es lo que han debido de pensar los medios de comunicación, que durante esta semana han colocado a Mourinho en la picota, le han enfrentado a Jorge Valdano, Director General del club, e incluso han insinuado que está negociando su vuelta al Inter con Moratti, con quien debió de verse esta semana en Madrid. Por supuesto, todo encaja si ahora nos cuentan que Rafa Benítez, vieja aspiración del club blanco, podría quedar libre en cuestión de días. El trueque, según se ha dicho ya, es inminente. Aunque las cosas no son tan simples como aparentan mis palabras, lo cierto es que estoy casi seguro de que el próximo entrenador del Madrid, sea este año o sea el que viene, es Rafa Benítez, lo cual no me disgusta en absoluto, sólo que me agradaría más que esa decisión viniese avalada por algo más que los editoriales de los diarios deportivos españoles.
Con ánimo de anestesiar a la prensa ha salido Mourinho al paso, para declarar que firmó por cuatro años con el Madrid, y que aún le quedan muchas cosas por hacer aquí. Contratiempo a los medios, que deberán añadir nuevas tramas a la novela, para que el guión no caiga en el olvido, y el aficionado lector de sensacionalismo deportivo pueda seguir acompañando las tostadas y las magdalenas del desayuno con el “Vodevil Mourinho”.
Se trata de eso, nada más. Prensa sensacionalista que idea guiones, y los intenta seguir lo más fielmente posible, con el permiso de los protagonistas. El problema es que a Mourinho no le gusta que un guión le marque su camino, y ahí los periodistas lo van a tener complicado. Deberán emplear todas sus armas para conseguir que su novela termine como la han dibujado, pero el portugués va a ser un personaje demasiado rebelde para plegarse al papel. Posiblemente todo derive en una situación insostenible, después de un par de ruedas de prensa tormentosas en las que las palabras de Mourinho dirán lo que él no quería decir, y todos entendamos, porque así lo han dicho todos los medios, que este tipejo es un señor que no merece estar ni un minuto más en el Madrid. Mientras tanto, y con la Directiva del Madrid consintiéndolo, la prensa seguirá jugando a los guionistas. Lo más penoso es que a cambio del poder mediático que otorgan los medios, el Madrid está perdiendo el prestigio y la imagen de señorío que labraron muchas personas durante todo un siglo.
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