23 de diciembre de 2010

EL MODELO INGLÉS FRENTE AL RESTO DE MODELOS

Stamford Bridge, el campo del Chelsea F.C.
Rafa Benítez ha sido cesado como entrenador del Inter de Milán. El madrileño ha permanecido en el cuadro “neroazzurro” solamente seis meses, en los que ha podido aumentar su palmarés con la Supercopa de Italia y el Mundial de clubes, herencia de la genial campaña 2009/2010 del Inter, en la que consiguió ganar las tres competiciones que disputó: Liga, Copa de Italia y Champions League. Pero su regular, hasta ahora, campaña en la Serie A, ha sido suficiente para ser destituido. Rafa llegó al Inter después de seis temporadas en el Liverpool, donde hizo al equipo inglés Campeón de Europa y Supercopa de Europa en 2005, Subcampeón en 2007, y ganador de la FA Cup en 2006.
En días atrás comentaba en una entrada el récord de Sir Alex Ferguson al frente del Manchester United. Veinticuatro años y un mes, suena casi más a condena presidiaria que al tiempo de permanencia como entrenador de un equipo de fútbol. Sobre todo porque ese equipo de fútbol es uno de los más laureados del mundo, y es una circunstancia totalmente inusual a esos niveles. En las islas británicas no es el primer caso, y en el club de Old Trafford tampoco. Precisamente Ferguson fue noticia por batir el récord de otro ilustre, Matt Busby, que también estuvo más de veinticuatro años en el banquillo de los “Red Devils”. Otros clubes británicos, sobre todo ingleses, también se han caracterizado por tener en alguna época de su Historia entrenadores “eternos”, como los veintiséis años de David Calderhead al frente del Chelsea, entre 1907 y 1933, los quince de Bill Shankly en el Liverpool, de 1959 a 1974, o los catorce que lleva Arsene Wenger en el Arsenal, sólo por citar los más significativos. Rebuscando en las profundidades de clubes más modestos encontraríamos otros casos tan llamativos como aquellos, y quizás con cifras de permanencia más altas.
Matt Busby, legendario entrenador del Manchester
Pero en Inglaterra también se despiden a los entrenadores. De hecho, un ex entrenador del modesto Huddersfield Town, Eoin Hand, acuñó la famosa frase “Lo único que hay de cierto en la vida son dos cosas: la gente se muere y los entrenadores son despedidos”. Sin embargo, indagando un poco en los archivos, podemos comprobar que, en general, en Inglaterra siempre se ha tenido más paciencia que en el resto de Europa con los entrenadores. El Arsenal ha empleado veinticuatro entrenadores en ciento trece años. El Liverpool, dieciocho en ciento diecisiete años.  El Manchester United, diecinueve en los mismos años. Y el Chelsea, que rompe un poco la media, treinta entrenadores en ciento cinco años. Contrastan estos datos, por ejemplo, con los setenta y dos entrenadores del Inter de Milán, en cien años; con los cincuenta de su vecino, el Milán, en ciento diez años; con los cincuenta y seis del Real Madrid en ciento ocho años, y con los sesenta del Barcelona en otros ciento once años. Los datos nos cuentan que, mientras en las islas británicas, lo normal es cambiar de entrenador cada cinco años, en Italia y España se hace cada dos. Los datos de otros países, como Portugal, Francia, Alemania o Países Bajos son muy similares a los de los dos países latinos, mientras en el resto de países británicos, Escocia, Irlanda del Norte, Eire y Gales, y en los países escandinavos los números se acercan más al ideario inglés.
Esta ensalada de números a muchos no les dirá nada, pero a mí me hace pensar que en Inglaterra el fútbol se toma con mucha más naturalidad y menos urgencias que en el resto de países del continente. El propio Alex Ferguson no ganó la Premier League en los siete primeros años de su estancia en Manchester, y Rafa Benítez sí, ganó la Champions en 2005, pero se fue sin poder ganar la Liga inglesa, que el Liverpool consiguió por última vez en 1990. Arsene Wenger ganó cinco Premier y cuatro FA Cup, pero el mejor Arsenal de la Historia no consiguió ganar la máxima, ni ninguna otra, competición europea,  a pesar de lo cual siguió al frente del equipo, hasta el día de hoy. Esa paciencia que los clubes ingleses parecen tener con los entrenadores se esfuma pasado el Canal de la Mancha, y, sobre todo en España y en Italia, lo habitual es que un entrenador no termine su segunda temporada en un equipo, más aún en los equipos humildes.
Asistencia media de los equipos de la League One 2008/2009
Inglaterra inventó el fútbol, y lo ha sabido tratar y mantener mejor que ningún otro país hasta el día de hoy. Los hooligans hicieron mucho daño durante unos años, pero el fútbol inglés nunca perdió su esencia, ni los valores que le han hecho llegar al Siglo XXI como el fútbol mejor organizado y más saludable del planeta. Sus clubes son profesionales incluso en categorías muy bajas, un equipo de la League One (aquí un Segunda B), lleva al campo cada quince días a veinte mil aficionados, y desplaza varios cientos a cada partido fuera de casa. Todos los clubes, incluso los más modestos, tienen una organización profesionalizada en todos sus estamentos, tanto directivos como técnicos, y disponen de unas instalaciones que en España o Italia, por ejemplo, sólo tienen algunos equipos de Primera y Segunda División. Algunos, incluso, disponen de sus propios centros médicos, y otros los tienen educativos. Los entrenamientos son casi siempre en doble sesión, como una jornada de trabajo partida, y los futbolistas durante el día incluso comen en las propias instalaciones del club. La mentalidad inglesa, y su forma de ver un deporte que ellos inventaron hace que el respeto sea máximo hacia todos los que participan en su fútbol, y los entrenadores ya no es que no sean una excepción, sino que son una de las figuras principales. En Inglaterra el entrenador no es sólo la persona que dirige los entrenamientos y al equipo en los partidos. La figura de “Manager”, que en España (también en Inglaterra en algún caso) por ejemplo diseccionamos en dos personas, entrenador y director deportivo, se encarga de prácticamente todos los aspectos deportivos y extradeportivos del club.
Bristol Rovers - Charlton Athletic, de la League One
Es otra manera de trabajar. Los clubes son empresas, como en el resto de países, pero allí hay una persona por encima de los demás, y asume todos los poderes, pero también todas las responsabilidades. Los jugadores disponen de las mejores instalaciones y de los mejores profesionales, y por ello son también exigidos al máximo, no sólo en el esfuerzo, sino también en el compromiso. Sin duda el éxito del fútbol inglés, que salvo excepciones en los últimos años, sobre todo por la entrada de multimillonarios extranjeros como Roman Abramovich (Chelsea) o Al Mubarak (Manchester City) nunca se ha caracterizado por excesivos dispendios en fichajes, se ha basado desde su creación en apostar por la continua formación y la retroalimentación que le permiten sus propios resultados, y por el respeto casi sacramental hacia todos los que lo integran. El club inglés invierte, y obtiene resultados, con los que sigue invirtiendo, y obteniendo resultados. Es una filosofía de continuidad, y de mejora de lo que se tiene, frente al borrón y cuenta nueva al que estamos acostumbrados en otros lugares. Quizás no ganen tantas Champions ni Mundiales, pero son mucho más leales al fútbol y consecuentes con lo que este deporte nos ha dado a todos, y su forma de entenderlo ha ayudado a un crecimiento más natural y equilibrado allí que en el resto de países.

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