3 de enero de 2011

LOS PULSOS DE DRENTHE

Royston Drenthe por fin ha dado señales de vida, y ya está en Alicante, con siete días de retraso, donde mañana Martes se verá con la cúpula directiva del Hércules. Puede pasar cualquier cosa.

El holandés decidió no presentarse al entrenamiento del equipo alicantino el pasado día 27 de Diciembre, después del permiso que había disfrutado la plantilla con motivo de las fiestas navideñas. Drenthe alegó en su defensa que el club le debe dos mensualidades, y que no pensaba presentarse hasta que su situación no se regularizase. Desde entonces, todos los intentos por convencer al jugador por parte del club han sido en vano, y durante la pasada semana los distintos estamentos del Hércules dieron su opinión, siempre contraria a la forma de actuar de Drenthe. Esteban Vigo, el entrenador blanquiazul, dijo que la actitud de su jugador no tenía ninguna justificación, y que poco le importaban ya las excusas que llegase a ponerle a su vuelta. El Presidente herculano, Valentín Botella, tocó el aspecto más personal del jugador, afirmando que Drenthe "Está tirando por la borda su prestigio". Y la afición, dividida entre los pocos que piensan que el jugador está en su derecho de no trabajar mientras no cobre su sueldo, y los muchos que están convencidos de que Drenthe ha faltado al respeto a sus compañeros, a su entrenador y a todos los aficionados del Hércules.

Pintadas en el José Rico Pérez
Ayer aparecieron pintadas en la casa de Drenthe en Alicante, y en el Estadio Rico Pérez, en las que ese sector irritado de la afición expresaba su malestar, con insultos y amenazas al jugador. La postura de Drenthe ha encrespado los nervios de todos los que sienten los colores del Hércules, y asi se lo han hecho saber, en forma de graffiti. Él ha dicho que las pintadas no le importan, porque ha visto cosas peores en su vida.

Royston Drenthe nació y creció en uno de los barrios más marginales de Rotterdam, donde se congregan miles de inmigrantes llegados de todas partes para trabajar en el puerto de la ciudad holandesa, que pasa por ser el mayor puerto de Europa. Ese barrio y todas sus vivencias han imprimido en él una personalidad muy fuerte, que ya ha demostrado en más de una ocasión. Sin embargo, esta vez posiblemente se ha meado fuera del tiesto, y no ha tomado la mejor solución a la hora de exigir sus impagos. Está en su perfecto derecho de reclamar lo que prometieron pagarle, pero las formas que ha elegido no son las más adecuadas, sobre todo si tenemos en cuenta que Drenthe es un buen futbolista, de sólo veintitrés años, y con todas las posibilidades aún de completar una buena carrera futbolística que le permita olvidar su dura infancia en Rotterdam y los dos meses que ahora le debe el Hércules.

Drenthe, escoltado a su llegada a Alicante
Pero no se ha parado a pensarlo, como tampoco se paró a pensar, en los dos años que pasó en el Real Madrid, que sus juergas nocturnas y su vida de bohemio podrían hacerle salir del club, como finalmente ocurrió. El pasado verano fue cedido al Hércules, en un intento del Madrid de ofrecerle una buena salida deportiva, para que pudiese madurar como futbolista y persona, y regresar en un futuro para triunfar. Comenzó bien, se hizo dueño de un puesto en el equipo titular, y se había convertido en un jugador clave en el esquema de Esteban Vigo. Pero a las primeras de cambio, y quizás porque por esa buena actuación en la primera parte de la Liga se ha visto con la autoridad moral dentro del equipo para hacerlo, Drenthe ha vuelto a embestir, lo que da que pensar que va a ser muy difícil que el chico complete la formación que el Madrid quería para él en Alicante.

Drenthe vive en un continuo pulso contra todo el que está a su alrededor. Él es así, un chico criado en un suburbio holandés, al que la vida le ha endurecido la piel hasta acorazar a la buena persona que, según dicen quienes le conocen bien, lleva dentro. Esa misma dureza de la que alardea le ha llevado, esta misma tarde, a salir por la puerta principal del aeropuerto de Alicante, enfrentándose a los pocos aficionados que se habían congregado allí para abuchearle. Dejando fuera de toda duda la legitimidad de lo que reclama, el pulso que ahora le está echando al Hércules, que es el club que le paga (o debería pagarle), y al Real Madrid, que es el club al que pertenecen sus derechos deportivos, le puede salir demasiado caro. Los grandes clubes no quieren problemas en sus vestuarios, y Drenthe, con sólo veintitrés años, tiene ya unos cuantos manchones en su hoja de servicio.

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