22 de noviembre de 2011

SÁLVESE QUIEN PUEDA


Sigue coleando el paraguazo al asistente Xavi Aguilar, en el Granada – Mallorca del pasado Domingo. En tres días hemos conocido tres versiones de los hechos diferentes, y aún no está claro si la agresión fue intencionada o no.

Las primeras impresiones, el mismo Domingo después de que Clos Gómez suspendiese el partido, apuntaban a una agresión de un aficionado sin identificar, que había lanzado desde la grada un paraguas contra el asistente, impactando en su cara y produciéndole una herida de escasa gravedad, pero suficiente para que los jugadores fuesen enviados a la caseta por el árbitro del partido. Al día siguiente, con el autor del lanzamiento del paraguas ya identificado, salió a la luz la segunda versión, que decía que un joven de quince años, marroquí, interno en un centro de protección de menores granadino, había sido el causante de todo el asunto, pero de manera totalmente involuntaria, ya que el paraguas salió despedido, desprendiéndose de una de sus partes, al hacer el chaval un gesto brusco para señalar al asistente, en lo que, según aseguraron, había sido una acción totalmente fortuita y accidental. Eso es lo que dijeron la Junta de Andalucía y el Granada C.F., supongo que en un intento de suavizar el encrespado ambiente, y evitar una sanción ejemplar contra el club andaluz.


Esta misma mañana, el Jefe de la Policía Nacional de Granada, Antonio Bellido, ha dado la tercera versión de los hechos, que contradice la que ayer argumentaron la Junta de Andalucía y el Granada. Según el Jefe de la Policía, el paraguas entregado a su departamento estaba cerrado y completo, sin signos de haberse fracturado por ningún sitio, y con todas sus piezas. Además, aporta otro dato, y es que parece ser que el joven que terminó por lanzar (accidentalmente o no) su paraguas contra el asistente, había lanzado al campo anteriormente varias piezas de fruta, se supone que estas sí, con intencionalidad.

Vivimos en el país del pillaje, y aquí todo vale cuando se trata de evitar que nos rasquen el bolsillo. Supongo (todo son suposiciones), que el Granada C.F. movilizó, desde el mismo momento de la suspensión del partido, a todo su aparato jurídico e institucional, tratando de evitar una sanción que puede ser bastante elevada. Vale incluso poner de tu parte a la Junta de Andalucía, para que avale la hipótesis del accidente y la casualidad. Esta, además es titular del centro de protección de menores en el que está interno el chaval, por lo que, directa o indirectamente, también es parte implicada.

Pero los hechos, hechos son, y parece demasiado accidental que un paraguas se rompa precisamente en el momento en el que alguien apunta con él sobre otra persona, con la brusquedad  suficiente para que aquel salga disparado e impacte casualmente en un asistente, que vienen a ser el blanco preferido de algunos aficionados. Accidente hubiese sido que ese paraguas hubiese impactado en un jugador del Granada, el equipo local. Pero el único que pasaba por allí, a diez metros de distancia, era Xavi Aguilar, el asistente, y sobre él cayó el paraguas.  

Es grave el hecho en sí, la acción del chaval. Intencionadamente o no, para futuras ocasiones será mejor que sujete el paraguas con la entrepierna, y señale a quien quiera con la mano, que seguramente no se desprenderá del resto de su cuerpo. Bastará con eso para que no vuelva a ser triste protagonista de una noticia que no beneficia a nadie.

Pero es quizás más grave aún la actitud del Granada y de la Junta de Andalucía, tratando de ocultar lo evidente para evitar una sanción demoledora. Es verdad que la actual normativa quizás debería modificarse en ciertos aspectos. Los clubes, hoy en día, creo que ponen todos los medios para evitar este tipo de situaciones, y ya no son, como lo eran hace unas décadas, cómplices de las fechorías de sus aficionados. En la Liga de Fútbol Profesional, además, los controles en esta materia son estrictos, y todos los clubes han de cumplir unos requisitos indispensables para garantizar la seguridad de todo el mundo en los estadios. Pero existe una normativa, que viene de los años en que los clubes alcahueteaban a sus hinchadas, que castiga al titular del estadio donde se produzca un incidente, sin caer en la cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones, los clubes no pueden controlar una por una a las cuarenta mil personas que acceden a sus instalaciones. Es imposible, material y humanamente. Y, por supuesto, el club poca culpa tiene cuando un energúmeno, enfundado en sus colores, comete un acto de violencia, sin preguntar a nadie y actuando por su cuenta.

Esa normativa, que castiga al individuo, pero también al club que lleva su misma camiseta, provoca situaciones muy poco edificantes, como la que esta semana ha protagonizado el Granada, con las declaraciones de su entrenador primero (dijo que no era tan grave, y que el partido podría haberse reanudado con el cuarto árbitro sustituyendo al asistente), y de sus directivos después. La Junta de Andalucía, para remate, avaló al Granada en el sinsentido. 

Es tarea de todos, medios de comunicación, futbolistas, entrenadores, árbitros, directivos… etc, crear una cultura de anti violencia en los campos de fútbol, y protegerse mutuamente unos a otros de situaciones como la de Granada. No vale de nada el proclamado “Fair Play” cuando, después de que ocurre algo como lo del Domingo, cada uno trata de salvar su propio culo sin importarle demasiado en qué situación queda el resto.  Y me da igual que el club en cuestión se llame Granada C.F., que Real Madrid o F.C. Barcelona. Ha habido casos vergonzosos también en estos dos, en los que sus directivos han tratado (y conseguido) tapar la evidencia.

Mientras no nos concienciemos de que el fútbol es una fiesta, en la que todos podemos participar y divertirnos, ganemos o perdamos el partido, seguirá habiendo cafres que de vez en cuando la líen como la lió el otro día en Los Cármenes el chaval marroquí. Pero para que la gente tome conciencia de ello, es necesario que todos los estamentos del fútbol colaboren, no sólo con palabras, sino también con hechos. Creo que los directivos del Granada, y los políticos de la Junta de Andalucía, han perdido esta semana una excelente oportunidad de hacerlo.

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