18 de diciembre de 2010

EL FORMATO DE LA CHAMPIONS

Ya tenemos servidos los octavos de final de la Liga de Campeones 2010/2011. El “cuasi” sorteo celebrado en Ginebra nos ha deparado una buena cartelera de partidos, entre los que destacan el Inter – Bayern, final de la pasada temporada, el Lyon – Real Madrid, con connotaciones altamente morbosas, y sobre todo el Arsenal – Barcelona, que quizás sea  la mejor eliminatoria de esta ronda. El otro representante español, el Valencia, se medirá al Schalke 04 de Raúl, un equipo que aún no ha dejado clara su posición esta temporada. El resto de eliminatorias, salvo el Milan – Tottenham, son enfrentamientos menores, aunque con protagonistas de lujo. Completan los octavos de final el Roma – Shakthar, el Marsella – Manchester United y el Copenhague – Chelsea.
Nunca me gustó demasiado el formato de la Champions League, una competición creada sobre todo para satisfacer las demandas televisivas, y que es ficticia incluso en los sorteos, dirigidos desde las rondas previas hasta los de Cuartos y Semifinales, que se amañan para evitar que se enfrenten equipos del mismo país, equipos que ya han participado en mismos grupos, etc.  Todo encaminado a que las rondas finales de la competición estén dominadas por los países mayores consumidores del producto, y con ello mantener, si es posible aumentar, las audiencias televisivas, válvula para que el cada vez más inflado globo económico del mundo del fútbol siga hinchándose. Terminará explotando, a poco que se imponga la lógica.
Aquel viejo formato, en el que sólo tenían cabida los campeones de Liga de cada país, y se enfrentaban en eliminatorias directas desde la primera hasta la última ronda, con sorteos puros en cada una de ellas, ofrecía muy poco pastel para el ensanchado estómago de la UEFA. Dieciséis enfrentamientos en Dieciesiavos, ocho en Octavos, cuatro en Cuartos, dos en Semis y la Final. Total, treinta y un partidos para decidir al Campeón.  Ese número de partidos, con el formato actual, se juega sólo con las dos primeras jornadas de la fase de grupos. Es decir, al final de esa fase, son noventa y seis partidos, más los ocho de Octavos, cuatro de Cuartos, dos de Semis y la Final, que hacen entre todos ciento once. Eso sí, siendo claros, podríamos asegurar que de esos ciento once partidos, por lo menos la mitad son pura paja, contando con que, normalmente, para la última jornada en casi todos los grupos se han decidido sus dos primeras plazas, y que en las cinco anteriores se juegan partidos  entre equipos de un nivel muy inferior a los veinte mejores del continente, con poco o nada en juego salvo su honor particular, y dosis de aburrimiento extremas. A mí por lo menos me atrae más bien poco sentarme frente al televisor a ver un Basilea – Cluj, o un Rubin Kazan – Panathinaikos, ni en la tercera ni en la última jornada...
Está claro que existen beneficios económicos para los clubes que participan en la fase de grupos de la Champions, sea cual sea su resultado deportivo final. El palo con la zanahoria de la UEFA consiste en eso, incentivar a los clubes pequeños (y a los grandes también) con premios en metálico, para conseguir una competición con más número de partidos, lo cual supone ingresos y más ingresos en la cuenta de Ginebra. Hace años que la UEFA, y la FIFA, decidieron que todo el fútbol es igual a efectos televisivos, lo mismo un F.C. Barcelona – Manchester que un Brondby – Spora de Luxemburgo, y sacrificaron la calidad en favor de la cantidad.  Lo mismo ha ocurrido con el Mundial y la Eurocopa, donde, en esta última competición, se ha pasado de los ocho participantes en 1988 a los 24 que se la jugarán en Francia en 2016. El “Inglaterra  - Alemania” compartirá entonces espacio con el “Letonia – Bielorrusia”. Y no se trata de discriminar ni hacer a menos a nadie, ni mucho menos, sino de ser naturales con el fútbol, virtud que ninguno de los dirigentes actuales de los máximos organismos lleva por bandera.
Hace casi 20 años se produjo la gran remodelación de la máxima competición de clubes europea. La Copa de Europa dejó paso a la Champions League en la 1991-1992. El primer formato fue quizás el más atractivo. Aún iban sólo los campeones de Liga, y se jugó por eliminatorias directas hasta que quedaron ocho equipos, quedando encuadrados en dos grupos de cuatro. El primer clasificado cada uno de esos dos grupos accedió a la Final. Resultaron ser la Sampdoria y el F.C. Barcelona, que ganó su primera Champions. Dos años después, una pequeña modificación supuso que cada grupo de Cuartos diera dos semifinalistas, que se cruzaban para alcanzar un puesto en la Final. Posteriormente hubo varias remodelaciones del formato, aumentando progresivamente el número de participantes, y eliminando las liguillas finales para adelantarlas a las primeras rondas, hasta llegar al formato actual que conocemos.
En la actualidad, el palo en la zanahoria que la UEFA pone a los clubes más pequeños, que casi nunca superan la fase de grupos, no deja de ser una jugada maestra del organismo que preside Michel Platini, quien al acceder a la Presidencia de la UEFA en 2007 prometió “democratizar” la Champions League, algo así como “pan para todos”. Sus intenciones conciliadoras pueden ser loables, pero el formato actual, los sorteos dirigidos, las cabezas de serie y todos los mecanismos utilizados dan muy pocas posibilidades de éxito a los equipos más humildes, algo de lo que la UEFA está discretamente encantada. En otras palabras, si lo que se quiere es dar opciones deportivas a todos los clubes, hagan sorteos puros, eliminatorias directas, y eliminen las cabezas de serie. Un Manchester – Barcelona en Dieciseisavos posiblemente no dejaría contento a ninguno de los dos, pero de la eliminatoria Brondby – Spora de Luxembugo saldría un octavo-finalista, algo que en la actualidad es poco menos que hipotético. Una por otra, y sin distinciones. En la actual edición de la Champions, ningún equipo de los que teóricamente la UEFA no había previsto, se ha quedado fuera de los octavos. Quizás el Ajax sea la excepción, aunque con su inclusión en el grupo de Real Madrid y Milan, tenía todas las papeletas para caer en esta ronda. El resto de los que han sido eliminados, eran equipos potencialmente eliminables. Desde que la Champions fue creada en 1991, sólo siete países han conseguido estar representados en las diecinueve finales disputadas: Alemania, España, Holanda, Inglaterra, Italia y Portugal. Con la salvedad de que, en el caso de Holanda (Ajax, Campeón en 1995 y Subcampeón en 1996) y Francia (Marsella, Campeón en 1993 y Mónaco, Subcampeón en 2004), sólo fue en dos ocasiones, y en el caso de Portugal (Oporto, Campeón en 2004), una.  Lo que en resumen significa que, con el actual formato como con el anterior, Italia, España, Inglaterra y Alemania copan la competición, por ese orden.
El fútbol actual está programado para ser explotado hasta los límites de sus propias capacidades, y esos límites ya casi están a la vista. Quizás en pocos años la UEFA deba replantearse el modelo, y sacrificar la cantidad por la calidad, volviendo a los orígenes. Una competición con menos equipos, con sólo los campeones de Liga de cada país, lo que daría una mayor importancia a los torneos domésticos, y con un formato de primeras eliminatorias directas, hasta llegar a los cuartos de final, lo que otorgaría sin duda alguna opción extra a equipos más modestos frente a otros más poderosos. No es lo mismo una eliminatoria a dos partidos, contra un solo rival, que una liguilla a seis partidos, contra tres equipos. Aún así, en la mayoría de las ocasiones terminarían imponiéndose igualmente los equipos poderosos, y sobre todo italianos, españoles, ingleses y alemanes, con lo que se configurarían grupos atractivos en Cuartos de Final, entre los equipos de esos paises y otros aleatorios, "democratizando" la competición, como es el deseo de Platini. Hace poco leí incluso que hay propuestas para que, en un futuro, las semifinales y la final se jueguen en una sede fija, al estilo “Final Four” del baloncesto, algo que podría ser interesante para todos.  La UEFA maneja mil opciones, pero al final terminará tirando por el camino de los intereses económicos, aunque para ello los grandes clubes tengan que seguir haciendo bolos por esos campos de Dios, en partidos intrascendentes en medio de la nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario